Su práctica artística está vinculada a una constante revisión de la identidad personal, destacando las contradicciones propias del pensamiento-acción-sentimiento. Saltando de la figuración a la abstracción, la antítesis formal le permite reflejar estos conceptos y traducirlos a un lenguaje plástico mediante núcleos y extremidades, formas agudas y ovaladas, estiradas y balanceadas, acotadas y difuminadas.
A partir de esta idea surgen diferentes series en su trabajo, como “Parásito-paraíso” o “Astilla-postilla”. En esta última serie la herida emocional encuentra su lugar a través de costras compuestas por capas, heridas abiertas, formas que esconden, que se expanden y contraen. Contrapone formas orgánicas con caracteres opuestos como árido, seco y húmedo con una gama cromática que lo apoya, creando así imágenes autónomas que aúnan contrarios.